Por: Luis Pitel Huertas (Técnico en Producción de Audiovisuales, Radio y Espectáculos)
Eva Mª García Castellanos (Maestra de Educación Infantil, Primaria y Religión Católica)
En la actualidad, desde el seno de la Iglesia católica son muchos los retos lanzados. Uno de los últimos retos más importantes marcados para este milenio es la vuelta al camino de la sinodalidad, un camino que Dios espera y que supone caminar juntos y ser un modelo de Iglesia corresponsable y participativa, en comunión.
Si algo caracteriza a la Iglesia del siglo XXI es su afán renovador y aperturista. Sin duda, el ejemplo más notorio lo encontramos en el Evangelio diario de quien hoy rige los destinos del pueblo católico, el Papa Francisco. Su palabra purificadora y, a la vez, transformadora y alentadora nos abre las puertas a un nuevo concepto de evangelización, de proclamación de la palabra y el mensaje de Dios.
Muchos han sido los llamamientos y las exhortaciones realizadas por el Santo Padre desde que fuera elegido Sumo Pontífice en el año 2013. Con su carácter cercano, humilde, afable y dialogante, Francisco nos invita a ser Iglesia en salida ya que, atendiendo a su naturaleza, la Iglesia no debe ser considerada como una fortaleza cerrada, sino como una tienda de campaña capaz de agrandarse para recibir a todos: una Iglesia con las puertas siempre abiertas. Para alcanzar este objetivo, en palabras del actual Obispo de Roma,
“es necesaria una conversión misionera constante y permanente”.
Ser Iglesia en salida es seguir el ejemplo de Jesucristo y acudir al encuentro de los discípulos. Ser Iglesia en salida es traspasar nuestras propias fronteras y evangelizar desde lo más profundo del corazón, es llevar un mensaje de conversión, de fe y de esperanza a aquellos lugares y a aquellas almas que, tal y como Él mismo proclamaba, se encuentran cansadas y agobiadas (Mt 11, 28-29).
Ser Iglesia en salida es hacer más visible y cercano a la sociedad el mensaje y la palabra de Dios sintiéndonos todos y cada uno de nosotros auténticos templos vivos de fe cristiana. Ser Iglesia en salida es actuar aquí y ahora, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Por otro lado, en el discurso del 17 de octubre de 2015, su Santidad Francisco describe a Iglesia y Sínodo como sinónimos. “Sínodo” indica el camino que recorren juntos los miembros del Pueblo de Dios y que nos conduce a Jesús, el cual se nos presenta como «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6), y a sus seguidores, originariamente llamados «los discípulos del camino» (cfr. Hch 9,2; 19,9.23; 22,4; 24,14.22).
La Iglesia sinodal, llamada a ser la Iglesia del tercer milenio, se basa en el camino hacia el reino de Dios, sin que prevalezca una ideología sobre otra. El camino sinodal implica vivir conociendo, amando y siguiendo a la figura de Cristo, haciendo el bien al prójimo y alejándonos de modelos terrenales. La aceptación de las personas en su diversidad, actuando y transformando aquellas sociedades e instituciones cerradas y desiguales, constituye otro de los aspectos más destacados de este camino.
Llegados a este punto, descubrimos cómo los conceptos de Iglesia en salida y e Iglesia sinodal están unidos intrínsecamente. Apreciamos claramente cómo los caminos se unen.
No en vano, esta misión que nos ha sido encomendada solo se consigue a través de la común unión y la participación conjunta y activa de todos los miembros que conforman la Iglesia católica. Vivir en sociedad implica pasar del “yo” al “nosotros”, de ahí la importancia de peregrinar por el camino de la sinodalidad.
Una Iglesia saludable es aquélla que pone en práctica el concepto de sinodalidad, pues actúa atendiendo a los deseos de Jesús, partiendo de la escucha, el diálogo permanente que hace que compartamos y nos enriquezcamos mutuamente. Sin embargo, una Iglesia basada en el individualismo, una Iglesia que se niega a escuchar a los demás, olvidando a qué clase de comunidad pertenece, con el tiempo deja de ser tabla de salvación para el mundo.
Caminar juntos como Iglesia renovada implica adoptar una nueva forma de ser y de estar, más fieles a Jesús y, a la vez, más comprometidos a seguir y cumplir su palabra. Es en momentos de incertidumbre y de zozobra donde la necesidad de remar unidos en una misma dirección tendiendo puentes entre los pueblos se hace más necesaria que nunca.
Así lo manifestaba el propio Papa Francisco en su bendición Urbi et Orbi el pasado mes de marzo del 2020:
“Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos. Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección… el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”.
Ambos retos, ser Iglesia en salida e Iglesia sinodal constituyen en su conjunto la esencia, el fin primordial y la razón de ser de Challenge Internacional. En todos y cada uno de los retos de peregrinación virtual el objetivo no es otro que el de acercar el Evangelio y la vida cristiana a la sociedad con un mensaje cercano y claro. Todo ello, gracias al uso de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación que permite la interacción a lo largo y ancho del mundo.
Si bien, como ya hemos visto, la sinodalidad es un concepto que ha estado presente a lo largo de la historia del cristianismo, en la actualidad podría decirse que se encuentra en una fase de letargo, de cierto inmovilismo e inacción, lo que contribuye a no querer salir de nuestra zona de confort como cristianos. La Pandemia por la COVID-19 ha puesto de manifiesto el fracaso de la sociedad mostrándonos como humanidad intolerante, desigual y autodestructiva, donde los más vulnerables siguen siendo aquellos en quienes Jesús pone su mirada, es decir, en sus preferidos, sus bienaventurados. Se nos antoja, por tanto, imprescindible ensayar y consolidar nuevos caminos en nuestra misión eclesial, siendo el camino de la sinodalidad uno de los más importantes.
Dediquemos, pues, un tiempo a reflexionar sobre este nuevo reto que hoy se nos propone hasta llegar a descubrir y sentir la necesidad y el impulso de abrirnos a los demás en comunidad. Tengamos siempre muy presente el mensaje del Papa Francisco, un mensaje que nos transmite que
“caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia; la clave que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido”.
Valdepeñas (Ciudad Real), 6 de Julio de 2021
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