Esta definición se ajusta a la actitud más importante –de acuerdo con el pensamiento de Carl Rogers- que debe vivenciar el acompañante en el ejercicio de la relación de ayuda. Sin embargo, me gustaría que podamos tomar los elementos esenciales de esta definición para poder reflexionar acerca de cómo vivimos la congruencia en nuestra propia vida cotidiana.
Después de todo podríamos preguntarnos ¿puede experimentar en el encuentro de acompañamiento tan fácilmente la congruencia quien no está acostumbrado a vivirla como una forma de ser más o menos desarrollada?
En la actualidad somos invitados desde los medios masivos de comunicación, las publicidades, el uso de las nuevas tecnologías, las formas light de relacionarnos, etc., a actuar con inmediatez –casi automáticamente-, sin prestar atención a lo que nos está sucediendo frente a lo que estamos atravesando. Se nos invita a no contactar con nuestros pensamientos y/o sentimientos y es así, como tantas veces nos enfrentamos a diversas situaciones sin siquiera preguntarnos qué sentimos frente a ellas.
2. Y el segundo elemento clave para vivir y vincularnos desde la congruencia, es poder exteriorizar en nuestras respuestas y acciones la experiencia con la que estamos tomando contacto. Es por ello que a esta actitud se la conoce también como “autenticidad” o “transparencia”.
También aquí quisiera que podamos revisar con cuánta transparencia nos relacionamos con las personas con las que compartimos la vida: con nuestros familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc. En ocasiones nos dejamos ganar por la respuesta fácil, la excusa, la comodidad del silencio, la falta de compromiso, el no hacernos cargo de las consecuencias de nuestros dichos y/o actos, y ya nos resulta difícil poder encontrar personas que veamos que actúan sin dobleces, sin falsedades, sin esconder lo que les pasa.
Es importante además, que tengamos presente que no estamos obligados a transparentar todo lo que nos pasa en la vida cotidiana ni a todo el mundo. Cada uno de nosotros sabrá en qué medida y con quiénes realizarlo –y también- en qué momento deberá preservarse de la manifestación de la autenticidad cuando lo considere oportuno. Sin embargo sí es clave –como señaláramos más arriba- que podamos ser conscientes de lo que nos pasa, de lo que queremos, de lo que no queremos, porque sólo así podremos ser capaces de elegir no solamente qué y cómo vivir, sino también qué y cómo comunicar nuestra experiencia a los demás.
- ¿Cómo estoy experimentando la congruencia en mi vida?
- ¿Puedo ser consciente de cómo estoy viviendo en las distintas áreas de mi vida?
- ¿Puedo dar cuenta de lo que realmente quiero o no quiero para mí?
- ¿De qué manera me estoy vinculando con los demás?
- ¿Soy capaz de expresar con claridad mis necesidades, deseos, aquello que no me gusta?
Esta congruencia que te invito a revisar en vos, es la misma que procuramos que experimenten nuestros acompañados. De ahí la importancia de trabajarnos nosotros mismos para “pulir” el instrumento que somos al acompañar a los demás…
Ojalá que la congruencia no siga formando parte de una forma de ser bastante olvidada.
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