Sentirme convocada a entrar en contacto con el Dios que me habita
Conocí los “Desafíos Challenge por casualidad. Una compañera de tareas en una Asociación Civil había tenido noticia de ellos y, sintió que deseaba compartírmelos. Cuando recibí la información lo único que sabía era que se trataba de una peregrinación virtual a Auschwitz, organizada por Challenge La Rioja y –sin dudarlo- pensé convencida de que se trataba de la provincia de La Rioja en Argentina y nada que ver.
A pesar de mi ignorancia, quise apuntarme a dicha peregrinación pues Auschwitz ocupa desde hace casi 15 años un lugar importante en mi vida y en mi corazón. Tuve la oportunidad de estar en dos ocasiones allí y, las viví como oportunidad para pedir perdón como parte de la humanidad, por tantas atrocidades y crímenes allí cometidos. Y –debo reconocer- que un pedacito de mi corazón nunca más regresó.
Cuando inicié mi peregrinación virtual en la segunda quincena de septiembre de 2020, nada conocía acerca de Etty Hillesum y de su existencia. Es más, estaba creída de que “Etty” era un nombre de fantasía que aparecía en la carta inicial, pero que podría haberse tratado de cualquier nombre.
Desde hace casi 20 años he aprendido a vincularme con “mis Tres” que anidan en mi interior. Me siento habitada por Dios y los encuentro en lo más profundo de mí: Santa Isabel de la Trinidad, ha sido para mí una gran maestra en este plano de la interioridad.
Y hacer el Auschwitz Challenge reavivó mi fuego interior en relación con esta experiencia. Encontrarme con Etty Hillesum que me dice:
«Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo […]» (26-VIII- 1941).
Me remonta a lo más profundo de mí, a mi fuente interior, a las muchas veces en que me acerco a beber de esa Fuente y a tantas otras en las que soy yo misma quien coloca las piedras sobre ese pozo “volviendo inaccesible” mi encuentro con Dios.
Etty interpeló mis encuentros, me miró profundamente a los ojos y me invitó a revelar la verdad de mi espiritualidad.
¿Cómo están siendo mis encuentos con Dios? ¿De qué manera los estilos de oración que pongo en práctica son los que me permiten un mayor Encuentro personal? ¿Qué grado de escucha estoy teniendo? ¿Lo escucho o me escucho? ¿Soy capaz de ver a los demás y vincularme con ellos desde el Dios que los habita? ¿Procuro –como Etty- cuidar esa presencia de Dios en los demás? ¿O le hago daño?
La cita que enuncié más arriba, continúa diciendo:
«Me imagino que hay gente que reza con los ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras personas que agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos; creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma» (26-VIII-1941).
Creo en el Dios que me habita y en el Dios presente en toda la creación.
Me siento muy próxima al diálogo “tú a tú” en mi oración cotidiana y en la cercanía que experimento de la presencia de Dios. Al igual que Etty, uno de mis canales más ricos de encuentro con Dios es a través de la contemplación de la naturaleza. Allí me pierdo y me encuentro. Allí dejan de tener sentido las coordenadas espacio-tiempo, para convertirse en un sinfín, en un presente continuo que me habla del “estar”, “permanecer”, “belleza”, “infinito” y “gratuidad”.
Sin embargo, frente a esta oración de “doble vía”, también me pregunto: ¿Qué dicen mis actitudes y tratos hacia “los otros” y “lo otro” de mi consideración de la presencia de Dios? ¿Cómo me transformo en Testigo de Su presencia? Quienes tratan conmigo ¿pueden descubrirlo? ¿Llevo una vida comprometida en mi misión de darlo a conocer, de “alimentar la llama” que habita en los demás?
El descubrimiento de la presencia de Dios dentro de sí, llevó a Etty a asumir una vida “trascendente” aún en medio de las circunstancias más complejas. Fue capaz de elegir con libertad correr la suerte de su pueblo y de su familia y –además- transformarse en fuente de alivio para aquellos que –sobre todo ya en el campo de Westerbork- se encontraban más atormentados que ella.
Etty pudo “salir de sí” y encontrar la belleza de la vida y su sentido –en medio del horror y del sinsentido que atravesaba- donándose a los demás, anhelando convertirse en el corazón pensante de los barracones, en bálsamo y pan partido para aquellos con quienes estaba compartiendo la vida.
Gracias Etty Hillesum por tanto. Anhelo seguir caminando mi vida espiritual de tu mano.
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