Imagen de Brian Merrill en Pixabay
Cada uno ve la vida con los filtros de su historia personal y así se puede comprender tal o cual debilidad de los padres al crecer. Entender cómo vivieron y las relaciones que tuvieron, la etapa histórica y generacional que les tocó vivir, la valoración de las cosas, las carencias, los dolores y las lesiones no aprendidas. Saber que tus padres hicieron con vos lo que aprendieron de sus padres, inconscientemente, y que hoy día podemos reflexionar y ver también qué es lo que no nos ayudó para desarrollarnos y encarar la relación con nuestros hijos y con las demás personas de manera adecuada.
Se aprende de los padres lo que hay que hacer y también lo que no hay que hacer. Porque como tal ser persona ellos tienen sus errores y lo que nos hizo daño de sus actitudes es misión nuestra perdonar y evitar en el trato con las nuevas generaciones.
Aceptar a cada uno como es y evitar las murmuraciones y las críticas absurdas es bueno. Enfrentar la verdad y los hechos sin tapujos nos ayudan a vivir una vida más serena y tranquila y evita los malos entendidos que puedan provocar nuestras quejas. Enfoquémonos en las cosas positivas, qué más o menos más tarde la persona tiene. Veámosla en nuestros hijos y seamos puentes de unidad entre ellos poniéndonos un poco en sus lugares y comprendiendo que todos somos distintos.

Imagen de Tammy Cuff en Pixabay
Miremos sus ocupaciones tratando de ser objetivos y moderados, no desde nuestro mezquino egoísmo de ser atendidos en nuestros caprichos personales. Respetemos a los adultos que son con sus aspectos positivos o negativos que nos muestra nuestro filtro, es decir, nuestra opinión de cómo deben ser las cosas (que no es la única que está bien). Démosle vuelta a la vista de modo que cada hijo enfrenta las situaciones que les toca vivir, las personas que nos rodean, los trabajos que realizan, los que pueden sentir y no tiñamos con nuestro fracaso o nuestras frustraciones la manera de convivir. Busquemos la unidad del Espíritu Santo, busquemos los que nos une por pequeño que sea. Porque, por más doloroso que hayamos pasado, siempre tuvimos la luz del amor en nuestro corazón. No la tapemos con el ego herido y con la coraza de no ver que algunas veces nos hemos equivocado, que somos personas y no somos perfectos.
Comparte este artículo:
0 comentarios