¿Qué tanto influye Dios en tu vida? ¿Dejas que sea parte de ella o lo dejas como “personaje de reparto”? Si él te mostrara una gran misión especialmente para ti, ¿la aceptarías o seguirías viviendo como si no pasara nada?

Todos tenemos una pequeña semilla en nuestro corazón, todos tenemos esa misión para hacer de nuestras vidas algo espectacular. No obstante, muchos no dejamos que esa semilla crezca en nuestro interior. Nos conformamos con lo que tenemos y nos da miedo aceptar aquello especial que Dios nos dio.

El mundo nos dice que el protagonista de nuestras vidas debe de ser uno mismo y es por eso que cuando Dios nos pide algo tendemos a poner mil pretextos: “es mi vida”, “¿por qué no alguien más?”, “ahora no es buen momento”, etc… Yo misma admito que es fácil decir que no porque puede dar muchas veces miedo decir que sí. ¿Y si me arrepiento? ¿Y si no me hace feliz? ¿Cómo sé qué es lo mejor?

Dejar que Dios sea el protagonista de tu vida es un gran paso. Porque cuando dejas que él tome las riendas, todo cambia por completo. Es como la vida de un superhéroe, todo es normal hasta que ocurre un fenómeno que lo cambia todo. 

Muchas veces podemos dudar de lo que Dios quiere de nosotros. Sin embargo, es ahí donde debemos recordar quién es Él. Jesús es nuestro mejor amigo, es quien busca lo mejor para nosotros y su mayor deseo es que seamos muy, pero que muy felices. Nos conoce mejor que nosotros mismos y nos invita a salvar el mundo a su lado, a ser superhéroes.

Hay una frase que escuché alguna vez que dice así: “No eres lo que tienes, eres lo que das”. Cuando entregas tu vida a Dios, entregas tu corazón a los demás. Y, aunque pueda parecer que das todo, en realidad lo que ganas es todo. Al final, hay más alegría en dar que en recibir.

Querido lector, hoy te invito a que le des tu vida a Dios. No tengas miedo de dejarlo entrar porque ya verás como valió la pena. Muchas veces se nos olvida que estamos en esta vida “de paso”, olvidamos que lo mejor está en el cielo y que lo que ahora vivimos únicamente nos prepara para lo que viene. Por eso hoy te recuerdo que lo mejor aún está por venir.

Hacer a Dios el protagonista de nuestras vidas no es perderlo todo porque nunca habrá nadie que quiera que seas tan feliz como Él, pues nunca nadie conocerá mejor tu corazón como Él. A veces puede parecer que nuestros ideales están peleados con los de Dios pero, ¿te has preguntado alguna vez por qué Dios puso eso en tu corazón? Él te pensó, te creó. Él sabe lo que tu corazón más anhela y si tienes una pasión Él la puso allí para algo. Jesús no quiere que renuncies a tus sueños, quiere ser parte de ellos y hacerlos más grandes.

Entregar nuestras vidas a Dios es vivirlas junto a Él, es darnos cuenta de que no hace falta mucho para ser feliz, solamente un corazón dispuesto a amar. Claro que es un gran paso y cuando lo hacemos de corazón puede parecer difícil. Pero, aunque sí cambia todo, te hace ver que había algo muy grande esperándote. Cuando le dices sí a Dios no hay reto demasiado grande porque junto a Él puedes superar cualquier cosa. Cuando vives junto a Él te das cuenta de que el mundo no te puede derrumbar porque tienes al Rey de Reyes a tu lado.

Confía en Dios, confía en que Él sabe mucho más y lo que más quiere es tu felicidad. Dale la oportunidad de hacer de tu vida algo increíble. Él tiene una misión que diseñó especialmente para ti y está esperando que la aceptes. Si Dios pone algo en tu camino es porque sabe que puedes lograrlo. Por más dura que una situación pueda parecer, Él te asegura que solamente tú puedes llevarla. Porque Él te hizo a ti con un propósito y no se fija en lo que no tienes, sino en lo que sí posees.

Haz a Dios el protagonista de tu vida. Déjalo ser parte de tus sueños, de tus aventuras. No tengas miedo de lo que Él te pida porque si hay algo que sé es que nunca te dejará solo. Deja que transforme tu vida y que esa pequeña semilla en tu corazón crezca y te llene de todo aquello que Él creó especialmente para ti.

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