En la biblia podemos leer:
“Un amigo fiel no tiene precio y su valor es incalculable”. (Eclesiástico 6, 15) pues “quien ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro”
y quiero contarte la experiencia que mi mejor amiga y yo hemos vivido, durante toda la vida y, en concreto, en estos últimos meses.
La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tienen en la vida. Te hablo de mi mejor amiga y te cuento que nos mueve un mismo deseo de saber, pues tenemos en gran aprecio la emulación, además vivimos el mismo amor apasionado por Jesucristo.
Nuestra amistad ha estado presente en alto grado de importancia y trascendencia, parece que tenemos “dos almas sustentadas por un mismo cuerpo”. Esta amistad comenzó cuando nosotras encontramos inquietudes y sentimientos comunes, con una confianza mutua, y cada una de nosotras se encuentra en la otra y junto a la otra.
Es sabido que una verdadera amistad se basa fundamentalmente no solo en la afectividad y empatía que puede existir entre las personas sino sobre todo en el respeto mutuo que posibilita desarrollar la confianza necesaria.
Las relaciones de amistad son abundantemente narradas, en el mundo de la literatura, en el cine y en la televisión, y quería contarte que mi amiga especial es religiosa y no me refiero a que le guste rezar sino a religiosa de profesión: es monja, y ella me ha hablado de lo que ahora te voy a narrar. Es dominica y ha descubierto una iglesia en salida pero no ha notado mucho “este cambio” vertiginoso en la vida de cada individuo; compartimos un doble cambio: referido a la pandemia, al tener que estar confinados; y el cambio de pasar a ser ciudadana de a pie a ser monja contemplativa.
Invitación a peregrinar virtualmente
Una tarde ella estaba estudiando cuando en un momento oyó el leve sonido de un mensaje, se detuvo y miró su móvil; era una invitación a una peregrinación virtual a Tierra Santa y pensó: voy a avisar a mi amiga y nos apuntamos, pues ¿Cuándo tendremos oportunidad de viajar a la tierra de Jesús y conocer “el quinto evangelio”?
¿Viajar? La pandemia había cerrado muchas puertas sobre todo con el tema de los viajes, pero otras ventanas se han abierto con el mundo digital. En este último año hemos visto cómo se han reducido nuestras reuniones familiares, las celebraciones con amigos o compañeros de trabajo, se han acortado nuestros viajes y qué decir de las salidas, encuentros, peregrinaciones ¡ha sido un cambio grande! Nuestra vida ha dado un giro de 180 grados y lo ha hecho a nivel mundial. En poco tiempo se anularon nuestras romerías, procesiones, fiestas patronales y viajar, más que divertido se ha convertido en una aventura prohibida.
Parecía que nuestros movimientos se limitaban a ir a la tienda a comprar o al trabajo, cuando no era desde casa. Era común tener las clases a través de internet, la lectura en formato digital, las compras online, pero mi amiga y yo seguíamos unidas, nuestra amistad no era virtual, sino real, aunque no traspasaba los límites digitales.
Pero la evangelización digital “había tomado la palabra” y ha descubierto un campo de trabajo. Cuando antaño mi amiga y yo mirábamos la pantalla para ver una película, en la televisión de casa o en el cine, o en el ordenador, o incluso mirar la pantalla del móvil, de la tableta o cualquier juego, aunque no hemos dejado de hacerlo, actualmente son muchas las conferencias, cursos, reuniones familiares, sociales y laborales, retiros, talleres de todo tipo, que se han realizado a través de una pantalla con encuentros virtuales. En el siglo XXI hay algunos síntomas que parecen delatar un renovado interés por lo trascendente, en general y, en particular, por las aportaciones del cristianismo a la sociedad occidental: el mudo virtual es una de ellas.
La vida social se empieza a desarrollar a través de la virtualidad y entraron en juego los Challenges. Con estas alternativas a lo presencial hemos conocido personas de otras comunidades y de otros países; gente maravillosa, hombres y mujeres extraordinarios con quienes se ha gestado una nueva relación de amistad y fraternidad en Cristo, aunque mi amiga y yo seguimos unidas, confirmamos que esas nuevas amistades “traspasan” los límites digitales.
Peregrinar en el mundo digital
Desde ese momento en que nos animamos a peregrinar virtualmente, comenzó nuestro peregrinar en el mundo digital: Tierra Santa, Camino de Santiago, Lourdes, Auschwitz, el mundo de la biblia, los personajes del pesebre recogidos por el mundo para vivir el tiempo de Adviento, las islas de las tentaciones en cuaresma, los santuarios marianos del mundo, la vida y obra de grandes personajes como Francisco de Asís, Marcelino Champagnat, José de Calasanz, Ignacio de Loyola, cuyo recorrido nos ha ayudado a conocer su contexto histórico y su persona. Cada peregrinación tiene textos, vídeos, propuestas orantes, testimonios, y si quieres “más alimento” hay un material extra. Las reflexiones son profundas, te ayudan a ahondar en tu interioridad.
Además, os contamos que ofrecen un acompañante como elemento clave para poder personalizar la experiencia y sacar mejor provecho de la misma.
Mantenemos encuentros virtuales con peregrinos de otros lugares y son muy enriquecedores, no por nuestra pobreza necesitada de ser enriquecida sino por la riqueza que supone el otro, el compartir, el tiempo, ese momento de tu vida que regalas. ¿Aceptas el reto?
Te explicamos que estas iniciativas tienen lugar en una plataforma digital www.challengeinternacional.com , desde tu correo electrónico, con un nombre de usuario y contraseña, te conviertes en un alumno del aula virtual y puedes acceder a todas las peregrinaciones que se proponen.
Se peregrina virtualmente al lugar con la temática concreta, se aprende a nivel histórico, se reflexiona a nivel personal, se tiene una experiencia de búsqueda existencial, se afrontan retos orantes y solidarios, con tan solo aceptar el desafío de completar unas etapas y llegar al lugar de destino, y respondiendo a un formulario por etapa y un enigma al final ¡toda una aventura! Además, este tipo de peregrinaciones sí están permitidas y no hay límites de aforo, se hacen desde casa, al ritmo personal de cada uno y sin tiempo de estancia en cada lugar, ya que puedes quedarte en una etapa el tiempo que necesites o desees.
A mi amiga y a mí nos ha cambiado la vida, nuestra amistad ha ampliado sus fronteras, ahora sin límites; estamos aprendiendo mucho y somos mejores personas.
La vida misma es una aventura, si te decides a vivirla en plenitud; todo un reto es ser feliz y nosotras no nos olvidamos de serlo. Hemos conocido la evangelización digital al tiempo que hemos descubierto una Iglesia en salida que predica con los medios a su alcance. Nos hemos aventurado en el mundo virtual y ¡es fantástico!, se puede aprender mucho a muchos niveles: personal, espiritual, cultural, histórico ¡es formación integral!
Empezaba escribiendo sobre el amor y la amistad y, a ella hago referencia al terminar haciendo mención del himno a la caridad (1 Cor 13, 1-13) que más que definir lo que es el amor, lo pone en acción: el verdadero amor se verifica amando; sin amor, aun lo más sublime se reduce a la nada, pues el amigo verdadero es paciente, benigno, no tiene envidia; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La amistad, también es amor. Y se pueden encontrar “verdaderos amigos” en el campo virtual, amigos que traspasan las barreras de lo digital, amigos a quienes amar y con quienes compartir lo mejor de ti mismo
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