La resiliencia

por | Ene 21, 2022

Vivimos en un momento histórico en el mundo, donde más allá de las guerras, las supercarreteras informáticas, la realidad virtual y la globalización, tenemos a nuestro lado, un mayor número de niños, niñas y adolescentes que se gestan, nacen, viven y mueren en la pobreza, el analfabetismo, el desempleo y la violencia; o sea, en condiciones de adversidad psicosocial severa.

En épocas de dificultades y en las que la vida te da la espalda, necesitamos recursos personales para resistir. Sobrevivir es la regla y el ser humano tiene un instrumento natural para combatirlo: la resiliencia, cualidad que nos permite recobrar el estado en el que nos encontrábamos antes del golpe.

Martin Seligman, investigador prestigioso en psicología, presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA) y precursor de la llamada psicología positiva, (corriente actual de psicología más prestigiada, aunque tiene antecedentes en otras corrientes psicológicas como la humanista y la cognitiva), en su discurso de presidencia invitó a que la psicología se centrase en las potencialidades del hombre y no en sus enfermedades. Una de las investigaciones más importantes que hizo fue por la década de los 60 y 70 del siglo pasado en la que estudió, en primer lugar en los perros y luego en el ser humano lo que llamó “indefensión aprendida” o “desmoralización”, es decir, el estado de una persona que ha intentado varias veces remontar y al final se coloca en un estado anímico de que no hay solución y no lo intenta nuevamente con más inteligencia y voluntad; este descubrimiento se aplicó a la depresión humana.

Resiliencia

La psicología positiva considera los problemas como desafíos, enfrentados y superados gracias a la resiliencia. Existen distintas circunstancias que favorecerán o no el desarrollo de la resiliencia en cada ser humano, como la educación, las relaciones familiares y el contexto social; está vinculada a las competencias propias de una persona llamadas fortalezas personales, por lo que es importante trabajar con los niños desde pequeños para que puedan desarrollar sanamente esta capacidad, para transformarse en adultos con buena capacidad de resiliencia y estar preparados para superar los obstáculos que encuentren a lo largo de su vida.

El término “resiliencia” proviene del vocablo latino resilio que significa volver atrás, saltar, rebotar. Las ciencias sociales y de la salud lo toman de la física, donde se emplea para designar la cualidad de los materiales que les permite recuperar su estado inicial tras recibir un golpe o una presión continua. Sería la capacidad de resistir de determinados materiales en física.

En el ámbito de la informática también se emplea este término para referir a la propiedad de un sistema para seguir funcionando a pesar de anomalías en alguno de sus elementos constitutivos. La resiliencia, no se reduce a una simple capacidad de resistencia que connota cierta rigidez, sino que evoca sobre todo las propiedades de flexibilidad y adaptación.

La psicología ha tomado el concepto de resiliencia de la ingeniería, donde refiere a la magnitud que cuantifica la cantidad de energía que absorbe un material al momento de romperse por un impacto. El cálculo se realiza en base a la unidad de superficie de rotura.

El concepto de personalidad resistente aparece por primera vez en la literatura científica en 1972, en relación a la idea de protección frente a los casos de estrés. Algunos autores, a través del estudio de aquellas personas que ante hechos vitales negativos parecían tener unas características de personalidad que les protegían, han establecido que las personas resistentes tienen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la vida, a la vez que tienden a interpretar las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia.

La resiliencia es la capacidad de una persona para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aún habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados. Aunque durante mucho tiempo los expertos han considerado las respuestas de resiliencia como inusuales e incluso patológicas, la literatura científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la adversidad.

Resiliencia

La confrontación a la adversidad y los reveses de la vida es ineludible en la experiencia humana. Toda persona va a verse enfrentada a lo largo de su desarrollo a situaciones de vulnerabilidad al margen del contexto histórico o social en el que se desenvuelva: la trayectoria vital de cualquiera está demarcada por momentos críticos o por circunstancias personales en las que el equilibrio entre recursos y demandas situacionales se ve amenazado. El ser humano es, por tanto, vulnerable pero tiene también la capacidad para sobrepasar la adversidad, resistirla e incluso de proyectarse hacia el futuro con mayor impulso.

Los problemas, los reveses del destino o las catástrofes no son los que hacen que una persona logre encauzar o no su vida, sino que lo decisivo para todo desarrollo personal y para una vida exitosa es la manera en que la persona afronta las dificultades con los recursos o potencialidades personales que tiene en los diversos campos de la personalidad. Según la definición de la Real Academia española, se trata de “la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.

Al final, todo se reduce a intentar sacar la parte positiva de una situación extrema vivida, algo nada fácil. Y es que hay que ser consciente que la adversidad está presente en nuestras vidas y antes o después vamos a encontrarnos con ella, en mayor o menor medida.  Nada se vence si no se asume y se transforma.

La espiritualidad y la religiosidad pueden ayudar a algunas personas a ser más resilientes. Y lo pueden hacer por la vía de dar sentido a determinadas experiencias adversas y, también, por el apoyo social que pueden recibir las personas que pasan por un trauma vital (al contar con un entorno que puede favorecer la expresión de las emociones).

Es muy importante tener presente la flexibilidad, que no es ambigüedad, debilidad o pusilanimidad sino sentido sensato de la realidad humana y relacional y las sabias salidas a la misma desde las fortalezas cognitivas, ya que “las creencias demasiado rígidas, sean de tipo religioso o de otro, están asociadas a una peor recuperación tras la adversidad” como dice Gonzalo Hervás,  profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

El análisis de la psicología respecto a la resiliencia ha cambiado con los años. Durante mucho tiempo, este tipo de respuestas eran consideradas como inusuales o patológicas. Sin embargo, los psicólogos actuales reconocen que se trata de una respuesta común como forma de ajuste frente a la adversidad. El concepto de resiliencia no es nuevo en la historia; es oportuno recordar que en la Biblia, Job se sobrepone a la pérdida de todos sus bienes materiales.

Para concluir me parece oportuno recopilar unos ejemplos que hicieron de la dificultad en sus vidas un reto de crecimiento humano y como mujer quiero citar a otras mujeres que en su vida han tenido conductas resilientes, tales como Ana Frank, que logra continuar su desarrollo adolescente aislada del mundo, durante la guerra nazi, hasta que la asesinan; Etty Hillesum aceptó su destino como judía junto a su familia pudiendo salvarse porque formaba parte del Consejo Judío que determinaba las personas que iban al campo de exterminio.

Resiliencia

En España la periodista y psicóloga Irene Villa, víctima de un atentado terrorista a sus doce años en el que perdió las dos piernas, afirma que lo primero que importa tras una experiencia como la suya es asumirse, aceptarse, quererse y, una vez superada esa parte, luchar y a conseguir metas. Carlota Ruiz de Dulanto, alta ejecutiva de IBM, después de quedarse parapléjica a los veinticinco años, ver a su hija luchar contra la muerte y perder a su marido, es capaz de hacer frente a todo como una mujer resiliente frente a la adversidad. Teresa Perales, ganadora de veintidós medallas para olímpicas, afirma: “Hemos de abandonar los pensamientos negativos”

La activista Aung San Suu Kyi de Birmania y premio Nobel de la Paz en 1991, privada de libertad durante veintiún años, propugnó una revolución del espíritu para que se respetaran los derechos humanos en su país a través del diálogo y la compasión por los más humildes. Marguerite Barankitse, el ángel de Burundi, que sufrió en su propia carne la despiadada matanza étnica, da cobijo a 10.000 niños huérfanos de los tres grupos étnicos: hutu, tutsi y twa, demostrando que educar a los niños para la paz sí puede salvar al mundo.

El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el “porqué” de su existencia y podrá soportar casi cualquier “cómo” dice Viktor Frankl en su libro: El hombre en busca de sentido. Una persona resiliente tiene las fortalezas de las que hemos hablado y éstas se encuentran en la espiritualidad cristiana.

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