Tiempos de desasosiego. De partidas prematuras e insospechadas algunas.
Tiempo de fragilidades y desconciertos. La esperanza pareciera estirarse bajo un umbral de sombras que hacen difusa, anímicamente, la luz del final.
Tuve COVID. Dos veces ya. A tres días de la primera vacuna y con las tres ya bien instaladas.
Catador de mutaciones!!!! En ambas, de la mano de la Familia Challenge, se fue colando la figura de Etty…
Primero quedó impresa en un “intento” de retrato. Y ahora de la mano del libro de Fernando.
Lo recibí, misteriosamente, el día de la segunda dosis de vacuna: traído especialmente por logroñesa de su Logroño natal.
Durmió el sueño de los tiempos y amaneció en el segundo episodio de COVID.
Un reencuentro desde el aislamiento y un percibir más claro de la necesidad de dejarse llevar hondo. De no dejarse atrapar ni enredar en los laberintos de emociones. Ni dejarse confundir por ritmos de los tiempos.
Dejarse percibir en Dios: pidiendo que su amor se trocara en consuelo purificador y alentador.
Buscando un caminar confiado, pero sin seguridades: …”daños hoy nuestro pan de cada día”.
Es un misterio cuánto durará y cuanto duraremos y que o quien lo causo y de quien sea culpa.
Un mundo contenido por el miedo primero de los contagios, tiende a desagazaparse violento con amenazas de guerras.
Silencio y oración. No dejarse precipitar en la catarata de acontecimientos.
Oración recíproca; cuando nos sentimos perdidos o confusos. Oración confiada para dejar fluir la caricia consoladora de la esperanza. Oración sencilla para que podamos decir: “Señor, que vea”.
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