Desde hace mucho tiempo venimos siendo testigos de la escalada de violencia que se manifiesta a nuestro alrededor. Esta violencia es más que obvia en los atentados terroristas que asedian en todas partes del mundo, en las agresiones hacia grupos minoritarios de cualquier tipo, en la violencia de género que tanto ha crecido en nuestra sociedad y, en tantas situaciones cotidianas más… Y aquí es donde quiero “pararme a reflexionar”.
Como muchas veces dialogo con mis alumnos adolescentes, cada uno de nosotros no puede ocuparse de los problemas a nivel “macro” que nos afectan, pero sí somos los dueños de aquello que seamos capaces de construir en nuestro pequeño mundo: nuestra familia, amigos, vecinos, conocidos, compañeros de trabajo, etc. Y aquí es donde estoy convencida de que puede desarrollarse el efecto multiplicador: en adultos, adolescentes y en los más chicos.
Hay varias claves para ello, comencemos desarrollando algunas de ellas:
- Volver a una práctica antiquísima que ha sido muy efectiva: ESCUCHARNOS; darle cabida al mundo del otro en nuestra propia interioridad. Dejar de lado tantos estímulos que nos desconectan a nivel personal (como vivir enfrascados en el celular) para poder abrirnos verdaderamente a los demás. Y estoy hablando de escuchar, no de oír. Escuchar implica atención, poner de nosotros para brindarle acogida a aquello que el otro tiene para comunicarnos. Implica un acto de desprendimiento, porque debo soltar-me para poder recibir a quien desea comunicarme algo.
2. Y esa escucha debe profundizarse, escuchar es muy importante, pero no alcanza. Sería bueno poder preguntarnos ¿Qué desea realmente comunicarme esta persona con lo que me dice? ¿Qué está sintiendo? Tratar de ponerme en “sus zapatos” como se dice comúnmente para no recibir lo que me manifiesta “desde mí”, sino “desde él”. Y este PONERME EN EL LUGAR DEL OTRO es un gran avance en esto de brindar empatía.
3. Es importante que nos podamos despojar de nuestra necesidad de dar respuesta a todo lo que el otro nos manifiesta. Somos rápidos para discutir ideas, para aconsejar, pero no estamos acostumbrados a preguntarnos ¿QUÉ NECESITA ESTA PERSONA CON LO QUE ME ESTÁ CONTANDO? Tal vez simplemente necesitaba una “oreja amiga” que la escuche para poder desahogarse; tal vez necesitaba escucharse en voz alta para darle entidad a aquello que le pasa; tal vez necesitaba compartir su dolor o su alegría con alguien… Y, pensar en la necesidad del otro –y no en la nuestra- es avanzar un escalón más en el desarrollo de la empatía…
La Real Academia Española define empatía como “la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona”. Es una definición sencilla y a la vez profunda… porque –como señalé en el título de esta nota-, desde mi mirada personal la empatía humaniza nuestras relaciones interpersonales a todo nivel. Nos regala contactar más profundamente con nuestra capacidad de sensibilizarnos frente a lo que le acontece al otro, brindarle nuestro tiempo, nuestra escucha, tratar de comprenderlo y, es clave que la persona pueda percibir todo esto.
Y vamos por un escalón más…
4. Si a partir de la comunicación que nos realiza la otra persona vamos a entablar un diálogo, que podamos hacerlo DESDE LO MÁS GENUINO DE NOSOTROS, DESDE LA VERDAD DE LO QUE SOMOS. Sabiendo que no tenemos todas las respuestas, que no conocemos las soluciones más adecuadas para el otro, que somos seres humanos en relación procurando comunicarnos de la manera más sencilla y más profunda posible.
ESCUCHARNOS- PONERNOS EN EL LUGAR DEL OTRO- VER QUÉ NECESITA- RESPONDER DESDE LA VERDAD DE LO QUE SOMOS… Tal vez unos pequeños pasos que nos ayuden a relacionarnos mejor y a ir disminuyendo la violencia cotidiana que nos rodea por doquier. No te olvides, VOS elegís de qué manera vivir y construir tus relaciones en el pequeño mundo que estás invitado a habitar.
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