Inteligencia Interpersonal para enfrentarse a una Sociedad Líquida

por | Ene 31, 2022

La sociedad en que vivimos está en continua evolución y nosotros a veces nos sentimos atrapados y abrumados por los cambios, unos son para mejorar…pero otros no tanto.

El sociólogo Zygmunt Bauman ha desarrollado la teoría de: “la sociedad líquida” en la que la que el individuo se ha individualizado y solo se preocupa por lo fácil, lo efímero y lo que le da satisfacción inmediata, sin pensar en “el otro” y sin encontrar unas buenas bases y puntos de referencia, dando más importancia a las cosas que a las personas y eludiendo responsabilidades que le aten.

Incluso José María Rodríguez Olaizola, gran escritor jesuita, llega a hablarnos en su libro “En tierra de todos “de que incluso, en esta vorágine que nos atrapa, podemos encontrar un hombre líquido con una fe líquida.

Yo no soy tan pesimista y, aunque se ve claramente que la sociedad sigue esa evolución, creo que sería posible volver a la “antigua modernidad” donde existían otro tipo de proyectos en las mentes del ser humano, donde había un gusto por el orden y el compromiso y una implicación duradera.

Aún creo que estamos a tiempo de que esta teoría no se refleje en el 100% de la sociedad, es más creo que solo empieza a emerger y es deber de TODOS conseguir que se disipe.

No hay mejor forma de conseguirlo que educar, educar en otra conciencia. Mi padre, que era un gran maestro, decía que el futuro del mundo estaba en manos de los maestros y los padres, que si ambos se pusiesen de acuerdo en cómo se debe guiar a los niños se podrían eliminar mucho mal del mundo.

Hacer reuniones de progenitores y profesorado en los colegios para hablar y encauzar ideas y planes haría mucho bien en la sociedad.

San Jose
¿Y dónde encontrar el punto esencial para mejorar ?, pues estoy convencida de que la solución podría venir de incluir en el currículo escolar la INTELIGENCIA INTERPERSONAL, al igual que se dan asignaturas de matemática, música y educación física, incluir la práctica de Empatía y Asertividad.

Y ahora os voy a contar porque lo pienso, y que ventajas veo en ello.

En su tratado de “Ética a Nicómaco” el gran Aristóteles expone que:

“En el trato, la convivencia y acciones, unos hombres parecen obsequiosos o aduladores que lo alaban todo, no se oponen a nada, no causan molestia alguna; otros, por el contrario, son groseros, descontentadizos y discutidores. La disposición laudable es la intermedia, con la cual, admitiremos lo debido como es debido, y desaprobaremos análogamente. Esta disposición no ha recibido nombre, pero a lo que más se parece es a la amistad; se distingue de esta en que no implica pasión ni afecto en los que se trata, se hace ya se trate de conocidos o no. El hombre se comportará como es debido, si no molesta o complace es con vistas a lo que es noble y conveniente”

Aristóteles, hoy encontraría nombre para esa disposición, de la que ya hablaba en el s II a.d.C: empatía, habilidades sociales, lo que también se califica como inteligencia interpersonal.

Para oír, basta con no estar sordo. Escuchar no es lo mismo, es una técnica mucho más difícil que requiere ponerse en la misma posición que el que conversa contigo, olvidarse de uno mismo y de nuestros problemas para ocuparnos de la persona que tenemos enfrente.

Somos seres sociales, vivimos rodeados de personas que tienen sus ideas, sus problemas, en casa, en el colegio, entre amigos…Por eso es tan importante que saber relacionarse, es algo inherente al ser humano.

Según podemos leer en la constitución pastoral del Concilio Vaticano II, Gadium et Spes promulgada por el papa Pablo VI:

 “La vida social, no es pues, para el hombre una sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación”

Conozcamos un poco mejor esta habilidad social de la que tanto se lee y tan poco se practica y que emana de nuestra inteligencia interpersonal: la EMPATIA.

Existen dos componentes para la empatía: una reacción emocional hacia los demás, que se desarrolla en los primeros seis años de vida, y una reacción del conocimiento que hace percibir el punto de vista de otra persona.

Los bebes reaccionan llorando, si oyen llorar a otro bebe que está a su lado lloran también. Durante el primer año de vida, basta que vean a su madre frotarse los ojos, como si llorase, para ponerse a llorar; esta reacción por imitación desaparece a los dos años y medio. En ese momento, aprenden a diferenciar su dolor del de los demás. En esta etapa, es cuando, según la educación que les proporcionemos, unos serán conscientes de sus emociones y otros las ignorarán.

Sagrada Familia
Si un niño se da cuenta de que sus emociones son captadas, aceptadas y correspondidas, se da un proceso de sintonización, que ayuda a que de adulto tenga una relación emocional adecuada. El niño, debe sentirse emocionalmente conectado con su madre; cuando es un bebe, mirarles a los ojos, hablarle mucho, tomarle en brazos, sonreír, acariciar. Los padres al mostrar empatía frente a los llantos y emociones del bebe, consiguen que esta reaccione; si no se le hace caso, se convertirá en un ser pasivo.

A partir de un año, se desarrolla la empatía hacia los demás, suelen acudir enseguida cuando otro niño llora. Con dos años, empiezan a distinguir y comprueban que los sentimientos de cada uno son diferentes.

Con seis años, ya ven desde la perspectiva de otra persona, saben cuándo deben consolar y cuando deben dejar solo a su amigo triste.

Desde los diez a doce años, suelen comenzar a ser empáticos con chicos que conocen menos y se interesan por quien lo pasa mal.

Como podéis comprobar la empatía es algo innato en el ser humano, todos debíamos seguir teniendo esta manera de comportamiento si la seguimos ejercitando, pero el mundo en que vivimos, las circunstancias actuales, el nuevo método de vida hacen que no sigamos empleando esta parte d nuestro “yo” y nos convirtamos en personas poco empáticas, y esto es lo que no debemos consentir que ocurra.

También puede ocurrir que ser muy empático, tenga la desventaja de percibir más fuertemente el dolor, las intolerancias, las injusticias que otros no perciben. Pero es más humano sentir que ignorar y convertirnos así en figuras de hielo que ni sienten ni padecen.

Lo mejor que podemos hacer es educar esta inteligencia, si desde niños actuamos así, será difícil que de mayores perdamos el hábito adquirido, por eso es tan importante educar también a los padres en la actualidad, acompañarles y ayudarles. Como ya dije el futuro del mundo está en manos de los maestros que deben enseñar junto los padres que deben educar, que padres y maestros debían caminar juntos hacia adelante con unas miras grandes puestas sobre los niños.

Si queremos que los niños   sean “empáticos”, debemos esperarlo de ellos; aumentar nuestras expectativas sobre ellos, aumentar sus responsabilidades e intentar no gratificar económicamente esas responsabilidades (poner la mesa, hacer su cama, bajar la basura…). Si queremos que sean atentos, considerados, y responsables debemos exigírselo, malcriarles y consentirles les perjudicará. Y algo no menos importante: actuar nosotros como nos gustaría lo hiciesen ellos.

Deben aprender a tener “actos de bondad” desde pequeños; no es difícil, es lo que antes se llamaban buenos modales, cosas tan simples como: dejar su sitio en el autobús, abrir la puerta para que pase alguien, llamar por teléfono a un amigo enfermo; en cualquier ocasión enseñarles este “modo de vida” y, cuando se les ocurra a ellos algún detalle, no dejar de alabarles por ello. No penséis que se trata de hacer grandes obras, aunque estemos cansados, el fin de semana, podemos hacer ese bizcocho que tanto les gusta y separar un trozo para llevar a los abuelos, o invitar a sus amigos para que lo merienden. Son gestos, que creo no cuestan tanto, pero que, para un niño de tres y cuatro años (incluso de más), significan mucho, se aprende viendo.

Quizás el problema de hoy es que no hay tiempo, no hay tiempo para vivir, pero si hay tiempo para perderlo en mil y una actividad que no nos reportarán nada.

tipos de comunicacion

ASERTIVIDAD

La asertividad, de la que no se habla tanto, es una habilidad social imprescindible que debemos trabajar, sobre todo en estos tiempos tan complicados que nos ha tocado vivir. Mediante el dominio de esta técnica, seremos capaces, por ejemplo, de decir NO ante peligros que nos rodean.

Yo diría que hay q ser asertivo empáticamente, defendernos y decir “no” de una manera que no ofenda al otro ni se sienta agredido por ello.

Ser asertivo implica conseguir los objetivos que nos proponemos, sin sentirnos incómodos por ello y sin incomodar a los demás.

¿Para qué nos sirve la asertividad? Por ejemplo:

  • Para discrepar con un jefe que nos sobrecarga de trabajo.
  • Para poner límites a los hijos.
  • Para decir que “no” ante una cita que no se desea.
  • Para que un adolescente no caiga en la droga.

Lo más normal es encontrarse con personas agresivas o pasivas; tan perjudicial puede ser una cosa como otra. La persona agresiva, no se controla, puede ser capaz de generar maltrato, de humillar a otros, de tener ataques de ira; una persona agresiva raramente será bien admitida en la sociedad, no tendrá amigos y tendrá dificultades en el trabajo. Una persona pasiva, por el contrario, no sabe expresar sus sentimientos, no defiende sus ideas y derechos, es insegura y fácilmente se deja manipular. Una persona pasiva, será más fácil que caiga en manos de quienes le quieran engañar.

Tan poco útil nos va a ser en la vida ser pasivos como agresivos, intentemos entonces ser asertivos, defendiéndonos con razones, con tranquilidad, con equilibrio.

Podemos conseguir que los niños aprendan a ser asertivos, emitiéndoles mensajes que lo sean, cuando nos comuniquemos con ellos debemos trasmitir mensajes claros y concretos, indispensable es la sinceridad para que tengamos credibilidad ante ellos; no deben notar en nosotros ni agresividad ni pasividad, para que no imiten esta conducta.

Modular el tono de voz según las circunstancias, para que perciban si estamos contentos o no ante lo que han hecho, es importante no gritar, que sepan recibir un No como respuesta nuestra. Si nosotros recibimos un mensaje agresivo de ellos, mantener la calma, para no contestar de igual manera, que aprendan que se puede tener razón y demostrar autoridad sin ser agresivos.

Ser consecuente siempre con lo que prometemos, bueno o malo, a nuestros hijos, no vacilar frente a una norma que han roto y que necesita un castigo, sin importarnos si lloran o montan rabietas. Hay “noes” innegociables.

Si aprenden que hay límites que no pueden saltarse, será más fácil que en la edad difícil de la adolescencia lo recuerden; si nos han visto no vacilar frente a un NO, ellos también sabrán decir No a los otros: no a la droga, no al alcohol, no a las malas compañías…

Niños y adultos no somos malos “podemos tener comportamientos inadecuados” que deben ser corregidos. La palabra “malo” eliminémosla de nuestro vocabulario.

A veces no se es asertivo por pensar que no   se deben defender las creencias o las  opiniones que uno tiene, por pensar que podemos perder el respeto de otros, por sentir vergüenza, cuando ser asertivo consiste en  expresar nuestros puntos de vista.

Una persona asertiva es tolerante, acepta los errores, propone soluciones sin ira y frena pacíficamente a las personas que le atacan.

La asertividad impide que seamos manipulados y es importante en la conservación de la autoestima.

Se actúa de manera asertiva cuando no se teme decir lo que se piensa, ni se influye en los demás; mientras se respetan los límites propios y del otro.

Ser asertivo, es mostrar quién eres y cómo eres, tener autenticidad con los actos que se realizan, estar seguros y defender tus creencias, tener capacidad para decidir, saber convivir con los demás aceptando la individualidad de cada uno. Es saber decir y saber escuchar.

Con todo esto podemos observar  cómo el trabajar la inteligencia interpersonal puede ayudarnos a no excluir al otro, a saber tratar con los que nos rodean, a  conseguir que esta sociedad deje de ser tan individualista, a conseguir cimientos para que deje de ser  tan líquida.

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