Imagen de Christine Sponchia en Pixabay
Siempre he sido una persona a la que le ha gustado escribir. Tener la posibilidad de sumergirme en mi mundo interior ha resultado para mí un privilegio y un regalo. Tal vez porque mi realidad familiar me ha llevado a ello. Sólo tengo un hermano varón -casi siete años más grande que yo- y, la verdad es que no se prestaba mucho compartir con él mi realidad vital ya que de pequeños y de jóvenes la diferencia de edad se hacía muy notoria.
Ello me ha llevado a escribir pequeños cuentos, a llevar por algunas temporadas un diario personal, a incursionar en la “poesía”, en la prosa reflexiva, en la construcción de diálogos… y todo ello retroalimentaba mi mundo interior y me ayudaba a realizar procesos reflexivos que fueron –y son- significativos en mi vida cotidiana.
Debo reconocer –además- que han sido un precioso canal para procesar el dolor.
Ya creciendo en edad y en experiencia y, teniendo la posibilidad de acompañar a jóvenes en diferentes ámbitos formativos y vocacionales, empecé a animarme a utilizar la herramienta de la escritura para el acompañamiento y, la verdad es que fue resultando algo extraordinario.
Y así fue como años más tarde decidí formarme en Escritura Terapéutica: primero dejando que la experiencia me atravesara a mí misma –y luego- aprendiendo y capitalizando técnicas para trabajar con otras personas. Sin dudas, lo más valioso es primero “apropiarse” de las técnicas, eso nos permite saber qué le ocurre al otro cuando las está desplegando.
Debo reconocer que en mi trabajo en la consulta personal –soy Consultora Psicológica-, la escritura ha servido en muchas ocasiones para que las personas pudieran avanzar en sus propios procesos personales. Y es por eso que los Talleres de Escritura Terapéutica me parecen un gran recurso para el trabajo personal.
Si quisiéramos enumerar algunos beneficios que nos regala la escritura como “canal para poder sanar”, podríamos enunciar –a manera de ejemplo- los siguientes:
- La escritura nos ayuda a reconocer aquello que nos pasa. ¿Algo está ocurriendo que me afecta? Muchas veces nos quedamos rumiando en nuestro interior aquello que vivimos y sólo se queda en nuestros diálogos interiores. Cuando esto ocurre, suele terminar esfumándose como si fuera “humo” y, solemos no volver a prestarle atención hasta que nos genera algún malestar. Es por eso que escribir lo que nos sucede le da entidad, nos obliga a reconocerlo y a enunciarlo, lo cual ya no nos deja indiferentes frente a ello. Nos invita a hacernos cargo.
- La escritura nos ayuda a clarificar lo más posible lo que sucede. ¿Qué acontece realmente? Cuando estamos relatando lo que ocurre –si nos escuchamos internamente- no nos da lo mismo emplear “cualquier palabra”, sino que nos volvemos cuidadosos para elegir aquellos términos que mejor representan la realidad que atravesamos.
- La escritura nos aliviana anímica y mentalmente. Lo que ocurre ya “no pesa tanto”. Escribir tiene un efecto catártico. Nos posibilita poder soltar en cierta medida aquello que nos agobia, preocupa, angustia. Y poder aliviarnos es fundamental cuando necesitamos tomar decisiones y procuramos evaluar con objetividad y apertura las alternativas que se nos presentan.
- La escritura nos permite contactar y reconocer nuestras emociones. ¿Qué estamos sintiendo frente a aquello que está ocurriendo? En ocasiones nos cuesta reconocer nuestras verdaderas emociones y sentimientos. Escribirlas nos posibilita identificarlas, reconocerlas frente a otras y poder gestionarlas mejor.
- La escritura, muchas veces nos anima a compartir con un “otro” aquello que nos pasa. Tener nuestra realidad “frente a frente” puede regalarnos ver que no es algo tan tremendo y puede animarnos a compartir con otros lo que nos ocurre. Encontrar en algún amig@, acompañante, director espiritual, terapeuta, una caja de resonancias que nos ayude a explorar lo que nos pasa, nos espeje aquello que puede vislumbrar –y tal vez nosotros no- y hasta realizarnos buenas preguntas que nos beneficien en el abordaje del tema.
Como supondrás, esta nota no pretende agotar la descripción de los beneficios de escribir para sanar cuestiones internas –viejas o actuales- que nos lastiman, sino ayudar a tomar conciencia de una herramienta que tenemos a nuestro alcance y que es muy útil para abordar cuestiones que nos preocupan o nos aquejan.
Mi experiencia personal me ha enseñado que el proceso es más rico cuando te animas a compartir algunos escritos; sin embargo, es importante reconocer que escribir es de mucha utilidad aunque reserves los textos para ti.
Aquí nada importa “saber o no” escribir… no buscamos estilo ni desarrollo literario, sino el alivio terapéutico que puede brindarnos la escritura per se.
Es por ello que, si crees que puede servirte, te animo a ponerla en práctica. Puedes llevarte una muy grata sorpresa.
¡Mucho ánimo!
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