Imagen de Eveline de Bruin en Pixabay
En muchas situaciones de nuestra vida, cuando las cosas nos interpelan, cuando sentimos que Dios nos está abandonando, es bueno reflexionar y parar un momento. ¡Sí! Tomar un momento para no pensar y tratar de sentir y encontrar las respuestas que están dentro de nuestro corazón.
Hace poco fui a hacerme un examen médico de los cuales se necesita una preparación especial antes de efectuarlo. En este caso en particular, la preparación empezaba tres días antes. Tenía que estar con una dieta especial y el día antes del examen solo podía tomar líquidos.
Cada uno de los tres días que me tocó hacer la dieta especial, me pasaba pensando “ya pasará y esto también pasará” y le pedía a Dios que me diera fuerzas para poder hacerlo bien. Los primeros dos días fueron más o menos fáciles, pero el último día fue el más difícil. Aun así yo seguía pensando “todo pasará y esto también pasará” y continuaba pidiéndole a Dios que me diera fortaleza para seguir adelante.
Al fin llegó el día del examen, y tenía que tomar dos litros de un líquido especial, que su sabor era horrible. Al momento de tomarlo solo pensaba “ya pasará, ya pasará”. Al llegar al hospital y por regulaciones de la pandemia no dejaron que mi esposo se quedara conmigo. Él debía esperar en el automóvil o bien regresar a casa y al terminar lo llamarían por teléfono.
Me cambié de ropa para ponerme la bata del hospital y veo con asombro que hay como diez personas delante de mí, todas para hacerse el mismo examen. Tenía un hambre tan horrible que empecé a ver a todos con cara de comida. Pero me repetía a mí misma “todo pasará, ya verás que mañana a esta hora estarás acordándote de esto”.
El examen terminó rápido y comenzó mi espera del resultado. En ese momento no solo tenía hambre, también tenía angustia de conocer el resultado. De pronto me entró una paz inmensa y desde mi cama del hospital sentí que alguien me acompañaba sin decirme nada, y mi cerebro volvió a decir “todo pasa y esto también pasará también”.
La doctora entró con una sonrisa diciéndome que no era cáncer como el doctor que me mandó a hacer el examen me había dicho. Me miró y me dijo: “ha sido una falsa alarma, puede vestirse e irse a su casa”. Después de escuchar estas palabras el hambre se me quitó y el agradecimiento aumentó.
De todo lo sucedido reflexiono en lo siguiente:
- No importa qué tan difícil sea la situación que estemos pasando, todo pasa menos Dios.
- Lo que en ocasiones pensamos que solo nos pasa a nosotros, si vemos bien a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que hay personas en situaciones iguales o peores, por lo que siempre es bueno mantenerse con los pies sobre la tierra y agradecidos por lo que tenemos.
- Siempre que un médico nos dé un diagnóstico debemos asegurarnos de habernos hecho todos los exámenes necesarios antes de aceptar ese pronóstico como cierto.
- Al enfrentarnos a situaciones difíciles el único que está con nosotros siempre es Dios. No hay que olvidarnos de Él nunca, como Él nunca se olvida de nosotros.
Los días han pasado desde ese examen y puedo ahora recordar todo con mayor calma y volver a decir: “todo pasa, pero el único que nunca pasó y siempre estuvo conmigo y está conmigo es Dios”. Me pregunto cómo me sentiría en este momento si el resultado hubiera sido diferente y en verdad no sé la respuesta. Lo que sí puedo asegurar es que Dios seguiría a mi lado y me ayudaría a superarlo y a enfrentarlo.
Comparte este artículo:
0 comentarios