Porque es Navidad ha de brillar la luz.
Porque Jesús ha nacido ha de brillar la luz.
Y porque hay oscuridad, en esta oscuridad,
necesitamos la luz de una nueva Esperanza.
Él ha pensado en ti para que seas su estrella
grande o pequeña, esbelta o diminuta;
el tamaño es igual,
solo busca tu brillo,
el de la luz que un día te entregara
cuando te dio la vida o cuando la encendió
en tu corazón por el Bautismo.
Dicen que hay más estrellas que granitos de arena.
¿Será porque la oscuridad siempre está en guerra
contra la claridad del sol y éste confía a la pequeña estrella
parte de su gran luz, para que ayude
a mantener con su centella,
(simple o grandiosa, recuerda que es lo mismo)
el fulgor, en la luz de su Belleza?
¡Él ha pensado en ti para que seas su estrella!
¿De qué color quieres lucir en esta empresa?
Mira a tu alrededor ¿qué ves?
Debes creer muy fuerte para encontrar la huella
de aquel primer amanecer nacido
con la aurora de los tiempos
del seno del buen Dios.
¿No te parece que el mundo que contemplas
anda un poco perdido de la senda que le amor le trazó;
y, confuso en su mirada por tantas seducciones,
le ha alejado del proyecto divino, olvidando que es hijo,
y el hijo en el hogar puede encontrar la vida
que, en su abrazo, lo envuelva?
Mira a tu alrededor, descubre tanto error
de quien fue peregrino en pos del ideal
y se ha vuelto caminante aburrido
sin rumbo y sin sentido,
catador de todos los recodos que le alejan,
le retienen, le envuelven,
y, en sucedáneos, preso,
olvida su destino?
Mira a tu alrededor y escucha:
¡Dios ha pensado en ti para que seas su estrella!
para que con tu luz combatas las tinieblas que apresan sin piedad
el corazón de todos tus hermanos.
Hay tinieblas de fe
y tinieblas de amor y de esperanza;
tinieblas que entristecen la vida
de tantos niños hambrientos de cariño,
de familia, de juegos y de risas;
tinieblas que hacen grises los días
en los hogares sin futuro ni fe
que les levante cada día con un beso de caricia;
tinieblas que al joven, envejecen,
al débil, arrinconan y al pobre ,lo descartan;
tinieblas que anulan los valores del bien,
del honor, de la verdad y de toda creencia;
tinieblas…
Ven, Señor,
hoy también te decimos gritando,
porque seguimos caminando
en las tinieblas aunque Tú ya viniste
a nuestra historia y nos dijiste:
“Yo soy la luz y quien me sigue no caminará en ellas”.
Ven, Señor, porque perdimos el sendero de tu nacimiento,
Encarnación Divina, cantada por los ángeles
y abrazada por los hombres más sencillos:
María, José, los pastores…
aquellos que tenían todavía brillo en sus hojos
y en sus labios, cariño.
¿Es verdad que Tú has pensado en mí
para que sea tu estrella,
vaso de luz, ascua de hoguera,
y reviva el Belén de tu presencia
en las tinieblas de la tierra?
¿Es verdad que Tú has pensado en mí
para que sea tu estrella
y marque a mis hermanos,
a los cercanos y a los más alejados,
el camino hacia Ti,
pequeño y pobre en el Portal del Amor,
donde, cada Navidad,
vuelves a estar, sonrisa y esperanza,
en brazos de la Madre,
y al cobijo del Padre, fiel José
ese hombre bueno,
que en medio de la noche
supo ver la fe en la luz
que Tú querías regalarle…
¡Lucha de oscuridad y de tinieblas!
Pues aquí estoy, Jesús,
revestido con la pellica de mi “sí”
para el frío de la noche de los tiempos.
Aquí estoy con unas alas de ángel
que he pedido prestadas a mi ángel de la guarda.
Aquí estoy con mis manos abiertas
para acoger la luz que me regalas,
Luz de Belén,
Luz de tu Corazón,
esa luz que pones en el mío
y lo enciende el amor
para dar una palabra, como Tú,
al abatido, al triste,
al que sufre la enfermedad de este virus cruel,
que sobre el mundo se ha abatido
trastornando la vida de tus hijos…
Si, Jesús, yo quiero ser tu luz.
Yo quiero ser una estrella de Esperanza
que brille en esta Navidad
con los rayos de vida que trajiste
aquella Nochebuena de la Historia,
esperanza que es paz y es ilusión,
alegría y bondad y sorpresa y hasta dulce canción.
Villancicos, sonad.
Vosotros, que sois coplas sencillas
del sencillo vivir de los sencillos,
parpadead a la luz de las estrellas
con vuestros sones limpios y atrevidos
y dejad su brillo en nuestras casas
que, al fin, somos labriegos a soldada,
del Dueño de la tierra y de los cielos.
Villancidos, sonad,
que queremos, rojas chispitas de perenne acebo
abrazadas en guirnaldas de romero,
iluminar el Portal de Jesús Niño,
em este año, de nuevo, duro y dolorido,
con la ternura de un amor sincero.
Y, Jesús,
si Tú has pensado en mí para que sea tu estrella,
escucha, que muchos, hermanos, te decimos:
Por ti, encenderemos juntos una estrella de Esperanza pastorcicos de peregrinos de tu Reino.
¡Feliz y Santa Navidad!
¡Feliz y Santo Año Nuevo!
Pedimos a Jesús, a María y a José que conceda a nuestras familias la salud, la paz y la fe.
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