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Sé que este artículo no va a ser leído en el mundo entero por millones de personas (tampoco es que me haya propuesto crear un best-seller…). Sé que no soy un personaje popular (bueno, en mi familia y en el pueblo donde vivo me conocen un poco…algo es algo…). Sé que no cuento con cientos o miles de seguidores en las redes sociales. Y sé que no poseo un club de fans. Pero nada de eso me preocupa en absoluto porque en mi vida tengo otras ocupaciones, otras preocupaciones, otras prioridades. Tal vez la más valiosa de ellas sea el amor de un padre y de una grandiosa familia… ¿te apetecería descubrir ese amor?
La historia está llena de personajes que han contribuido a la sociedad con sus pensamientos filosóficos, sus dotes artísticas, sus aportaciones a la ciencia,… Personajes que han llegado a influir en la trayectoria profesional de sus sucesores. No en vano, no se entendería, por poner algunos ejemplos, la figura de Mozart sin la de Beethoven, la de Velázquez sin la de Tizziano o la de Miguel Ángel sin la de Donatello. No se entendería a todos ellos sin la valiosa aportación de quienes los precedieron y por los que sentían gran admiración.
En nuestras vidas siempre ha existido ese referente de sabios consejos y comportamiento ejemplar. Padres y madres, abuelas y abuelos, maestras y maestros, personas de la vida real que de algún modo nos han marcado. Todo ello pese a que el cine, la literatura, la radio, la televisión y las nuevas tecnologías han hecho posible la aparición de nuevos referentes paralelos a los que admiramos y a los que en ocasiones nos gustaría emular.
Gran parte de la juventud de hoy en día vive inmersa en una búsqueda constante de referentes más allá de la familia o los amigos. El continuo avance de internet y las redes sociales han propiciado la aparición de un nutrido grupo de personajes que de la noche a la mañana han hecho de su presencia en las redes un auténtico modo de vida que les reporta cuantiosos beneficios. Personajes que ejercen una notable influencia sobre la juventud y que arrastran a toda una legión de seguidores (o followers) gracias a su poder de convocatoria y a su notoriedad. Son los que hoy conocemos como “influencers”.

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El empleo de este nuevo término tan cotidiano y coloquial y su significado hacen que nos planteemos la siguiente pregunta: ¿es Jesucristo el primer y mayor influencer de la historia? Definitivamente la respuesta es SÍ (al menos para los cristianos). Un gran comunicador cuya red social fue la calle, capaz de mostrar la palabra y la obra de su padre y mostrar la gloria de su reino, un reino de paz y felicidad. Fue tal su influencia en aquel tiempo que logró cambiar la manera de pensar, de ser y de vivir de muchas personas con un sencillo mensaje de amor, servicio y bondad. Un ser extraordinario en todos los sentidos, capaz de conseguir que tantos siglos después y, pese a todo, su mensaje siga muy vivo y su figura siga gozando de popularidad entre sus fieles.
Tal vez debamos plantearnos dejar a un lado ese mundo paralelo y fantástico que a veces nos construimos y en el que nos encerramos para evadirnos de la realidad. Tal vez sea hora de salir en busca de ese alguien que realmente pueda dar sentido a nuestras vidas, capaz de guiarnos y transformarnos. Tal vez sea el momento de dejar que por mediación de su hijo Jesucristo nos encontremos con Dios. Tal vez sea hora de sentir cómo nos llama y nos ama.

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Es aquí cuando me detengo para dirigirme a ti, querido y joven lector. Si eres de los que aún no ha conocido a Dios o de los que por alguna razón te has alejado de Él, te invito a escucharlo atentamente, en silencio. Si le das una primera (o segunda) oportunidad te garantizo que no te va a dejar indiferente. Escúchale y habla con Él si deseas encontrar respuesta a todas aquellas preguntas, dudas, e inquietudes que te hayas podido plantear en los últimos años, especialmente, a raíz de la pandemia.
Dios te invita a permanecer enganchado a diario a su canal. No te preocupes si vives en una zona rural sin Wifi ni red. Los canales por donde se hace presente son la oración, la participación en la celebración de la Santa Misa, el amor y la entrega a los demás como a nosotros mismos, el cumplimiento de sus mandamientos así como de todas y cada una de las obras de misericordia. ¡Como verás, para ello no hace falta tanta tecnología!
Puede que lo que Él te propone te resulte una tarea excesiva y agotadora… o tal vez no. Pero bien sabrás que en esta vida nada se consigue sin un poco de sacrificio. La fama que hoy en día muchos jóvenes ansían conseguir con poco o nulo esfuerzo en la mayoría de las ocasiones se convierte en algo pasajero, fugaz. Tan pronto estás en lo más alto como bajas de repente y dejas de tener ese protagonismo y esa popularidad de la que hasta hace poco gozabas. Y cuando eso sucede, cuando volvemos al anonimato, no queda otro remedio que reinventarse, empezar otra vez de cero, eligiendo un nuevo camino, más estable, seguro y fiable que el anterior.
Te invito a reflexionar sobre alguna de las siguientes cuestiones:
- ¿Alguna vez te has sentido solo?
- ¿Alguna vez te has sentido traicionado?
- ¿Alguna vez has echado en falta una mano, un consejo, una palabra de aliento, de esperanza y no has sabido a quién recurrir?
- ¿Alguna vez has pensado en todo lo bueno que Dios puede ofrecerte?
- ¿Conoces o has conocido alguna otra amistad más verdadera, humilde y desinteresada que la suya?

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¿Estás dispuesto a encontrar a Dios?, ¿estás dispuesto a descubrir a alguien que te acepta tal y como eres, con tus virtudes y tus defectos, alguien para el que no eres un simple número en un perfil o cuenta oficial de Facebook, Twitter o Instagram? Créeme cuando te digo que es el mejor amigo que podrás encontrar, un amigo que nunca falla y a quien podrás contarle tus miedos y preocupaciones y con el que sanar tus heridas y tu corazón de una manera cómoda y sencilla siempre que lo necesites.
Te animo a salir a su encuentro. Podrás encontrarlo en todas partes: en cualquier iglesia, en sus sacerdotes y ministros, en los textos que ofrece la Biblia, en la mirada del que sufre, en otros lugares alejados donde su presencia no llega por falta de cobertura o donde se silencia su palabra, en aquellos lugares llenos de vacío, pobreza y desesperanza, en cada gesto de entrega y servicio a los demás,… Date el capricho y el inmenso placer de conocerle y sentirte cada día más cerca de Él. Descubrirás que no estás solo, que siempre te acompaña aun en tus peores momentos y junto a Él hallarás una nueva familia que también se ocupará y se preocupará por ti, la gran familia de los hijos de Dios.
¡Él cree y confía plenamente en ti, incluso cuando sientes que la sociedad, la familia, los amigos,… te dan la espalda! ¡Él tiene Fe en ti! ¡Devuélvele esa confianza y ese amor con esa misma Fe y ese mismo amor!
Conocer y amar a Dios (y a nuestros hermanos) como Él nos amó es un hermoso regalo que de Él hemos recibido. ¡Solo quien siembra amor recogerá abundantes frutos y podrá decir con orgullo que el esfuerzo ha merecido la pena! Así, pues, amigo mío, ¡déjate seducir por el poder de Dios y dale “like” a su mensaje!
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