Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Nuestra conducta cotidiana se suele ver influenciada por diferentes factores internos y externos: motivaciones, necesidades, anhelos, posibilidades, límites… un combo de ingredientes que nos impulsan a actuar de distintas maneras. En ocasiones esas conductas están más ligadas con motivaciones internas como pueden ser nuestros propios deseos, quereres, necesidades, anhelos o intereses personales. En otras oportunidades actuamos inducidos por factores exteriores que nos reducen la libertad de elección o nos hacen elegir en base a criterios secundarios como podrían ser: evitar un conflicto, complacer a otros, obrar presionados, movernos de acuerdo con creencias, mandatos, deberías…
Es importante tener presente también que nuestras acciones están influenciadas por nuestra cosmovisión, nuestras creencias, nuestros prejuicios, nuestra relación con la Trascendencia y cómo realmente la concebimos.
Una buena forma de revisar las motivaciones que nos guían es preguntarnos para las diferentes circunstancias acerca de:
- ¿Qué debo hacer?
- ¿Qué quiero hacer?
- ¿Qué puedo hacer?
- ¿Qué necesito hacer?
Estas simples preguntas nos pueden ayudar a contactar con los mandatos o influencias externas presentes en nuestra toma de decisiones o en nuestras estrategias de afrontamiento; nos posibilitan preguntarnos qué es realmente lo que nosotros deseamos hacer; tomar conciencia de las posibilidades reales de acción e, interrogarnos acerca de las necesidades reales que detectamos en nuestra vida. Y –como señalara más arriba- estas preguntas puedo formulármelas atendiendo a las diferentes áreas de mi vida o considerando las diversas circunstancias que esté atravesando.
Los que nos consideramos creyentes también solemos preguntarnos… ¿cuál es la voluntad de Dios para mi vida? Y eso nos sumerge también en procesos de discernimiento que podemos realizar solos o dejándonos acompañar en dicho proceso. Por supuesto que ser capaces de respondernos estas preguntas no nos garantiza una mejor elección en las respuestas o poder conducirnos siempre desde nuestros propios criterios internos. Pero sí nos permite darnos cuenta desde dónde respondemos y como lo hacemos. Y, siendo conscientes de ello, estamos en mejores condiciones para generar un cambio si es que lo consideramos valioso para nosotros. De esta manera podremos ir creciendo en libertad y en responsabilidad en la conducción de nuestra vida, sin dejar que otros decidan por nosotros y sin echar culpas que eviten que nos hagamos cargo de las responsabilidades que nos tocan.
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