![Auschwitz Challenge Auschwitz Challenge](https://challengeinternacional.com/wp-content/uploads/2023/05/imagen-2.jpg)
Hace menos de un mes he tenido la posibilidad de realizar junto a Challenge Internacional, una peregrinación presencial por “Los lugares de Etty Hillesum”. Para quienes me conocen, saben que para mí Etty se ha transformado en una de mis hermanas mayores a nivel espiritual. Poder recorrer “sus lugares” me ha regalado sumergirme en el túnel del tiempo espiritual y vivir a pleno con ella la Comunión de los Santos.
Estoy en pleno procesamiento interior del viaje realizado… viaje lleno de encuentros, de simbolismo, de interioridad… Y –mientras proceso- puedo vislumbrarme dialogando con Etty entre los barracones de Auschwitz como tantas otras veces en que me invito interiormente a un encuentro con ella. Su vida me habla y me interpela, su sensibilidad me conmueve, su profunda compasión me invita a seguir sus pasos.
Y hoy, mientras en este caminar contemplamos el mismo cielo -que es espejo de la libertad interior que nos habita-, me detengo a beber “de la fuente de su humanidad”. Sí… camino con Etty mientras nos dejamos acariciar por los tibios rayos de un bello sol y, siento que también es “el calor de su propia vida” el que me brinda abrigo, cobijo, amparo…
Me conmueve mirar a la cara a esta chica tan común y tan corriente… con sus luces y sus sombras… con su arremetida y con sus miedos, con sus seguridades y con sus confusiones internas, con una profunda búsqueda interior en un mundo tan hostil, donde ella decide ser signo del amor… Mientras escribo esto brotan en mi corazón imágenes como la de santa Teresita del Niño Jesús y la santa Faz y la de Madre Teresa de Calcuta… grandes mujeres que -de una manera diferente- también fueron signos de amor para el mundo. Pero claro, es más fácil asomarse a sus vidas pues han sido reconocidas institucionalmente con el don de la Santidad…
Etty aparece como una figura despojada, sin “rostro religioso”, sin ningún cobijo “institucional”. Etty es simplemente una muchacha que encuentra dentro de sí al Dios que la habita, entabla un maravilloso vínculo con Él, y este vínculo se convierte en camino de transformación interior y de donación profunda del inmenso amor que va creciendo en ella. Amor que surge como fruto de dejarse amar… Es Dios mismo quien se dona a través de su persona. Dios que es amor, Dios que acoge, cobija, cuida de cada uno…
Etty en su camino de transformación despliega acabadamente las alas de su humanidad. Se dona externamente en aquello en que se va convirtiendo internamente… en amor. En estos tiempos de profundo individualismo, de “sálvese quien pueda”, de desconfianza básica, Etty nos mira desde Westerbork y nos invita a que la acompañemos a recorrer los actuales barracones de los enfermos… nos convoca a preguntarnos qué les ocurre a esas personas que a veces nos maltratan porque sí… nos alerta para que escuchemos qué están necesitando las personas que viven a nuestro alrededor.
![imagen 5](https://challengeinternacional.com/wp-content/uploads/2023/05/imagen-5.jpg)
Etty es capaz de vaciarse de sus propias necesidades, descentrarse de sí misma y convertirse -como ella misma anhela- en bálsamo y pan partido para los demás. Ella nos estimula a secarnos las lágrimas, a despojarnos de nuestras amarguras y a poder reconocer que el don de la vida está por encima del sufrimiento, que la vida es bella a pesar de todo.
Etty nos convoca a involucrarnos en tantos Westerbork de hoy, con otras formas de sometimiento, postergación y exclusión. Tantos campos a nuestro alrededor que se van haciendo “naturales” y nos anestesian, a pesar de que manifiestan la misma violencia y hay personas que tienen las mismas necesidades de antaño.
Como Etty misma le grita a la humanidad desde su diario, se trata de no sumar ni una gota más de odio a este mundo, se trata de ayudar a Dios en medio de tanta ausencia de humanidad y llenar esos vacíos con lo más genuino que tenemos, llenarlos dejando rebosar el amor que habita en nuestro interior y que nos ha sido dado. Quiere despertarnos para que cambiemos nuestra mirada sobre “los otros” que no son tan ajenos a nosotros mismos como a veces creemos.
La chica que fue aprendiendo poco a poco a arrodillarse en su interior, fue la que fue creciendo en donación y entrega de sí, y es la misma que desde Auschwitz nos invita a no claudicar y a seguir sus pasos. Ojalá podamos no sólo escuchar su propuesta vital, sino sumarnos a construir un mundo con menos diferencias y con más respeto, aceptación, dignidad y comunión. Vale la pena.
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