Ya hemos vivido la primera semana del Adviento e iniciando la segunda semana de este tiempo litúrgico te ofrezco esta serie de cuatro reflexiones previas a la Navidad. Comienzo estas líneas con un interrogante y una propuesta: la de reflexionar a partir del origen de las palabras. A mí me encanta conocer el origen y sentido de los vocablos y hacer con ellos “juegos de palabras”. Compartamos algunas reflexiones sobre lo denomino: ENTUSIASMO CHALLENGE.
Entusiasmo (en-teheos: lleva a Dios dentro). La palabra, que existió en el latín tardío ‘enthusiasmus’, viene del griego ‘ενθουσιασμός’ – enthousiasmos: ‘inspiración divina’, ‘arrebato’, ‘éxtasis’. … Una voz formada de ‘entheos’ o ‘enthous’ (que lleva un dios dentro: ‘en’ + ‘theos’). En la antigua Grecia consideraban que el entusiasmo era producto de la intervención divina, de la presencia de Dios en cada persona que hacía posible que se llenara de alegría por la vida misma, sin necesidad de tener un objetivo concreto.
Challenge (desafío en inglés). La palabra desafío es el nombre de efecto o resultado del verbo desafiar, una formación romance con des- (inversión de una acción) sobre otro verbo formado por el romance, afiar, con una característica formación en a- (del latín ad-) sobre el verbo fiar.
Entonces ¿Qué es el Entusiasmo Challenge?
El entusiasmo hace extraordinarios (fuera de lo común) a los cristianos ordinarios (algo común, regular y que sucede habitualmente).
Cada momento de nuestra vida es un desafío: podemos vivir llevando a Dios dentro de nosotros o dejarlo afuera. Yo siento que, desde los primeros meses del 2020 y con la pandemia del COVID-19, cada Challenge me ha ayudado a crecer en entusiasmo. Un entusiasmo que no es un alocado frenesí irracional, sino una exaltación fervorosa del ánimo ante un Dios que nos cautiva y ama.
Y la pregunta del inicio ¿Entusiasmo Challenge? se transforma en afirmación:
¡ENTUSIASMO CHALLENGE! SÍ ¡ENTUSIASMO CHALLENGE!
Porque cada Peregrinación es un instrumento para que nos llenemos un poco más de Dios o si querés para que nos vaciemos de cosas; para dejar más lugar en nuestras vidas y que Dios entre en ellas. Porque como escuché alguna vez es Dios el que viene a nuestro encuentro.
Dios viene a nuestro encuentro. Este tiempo de Adviento nos invita a que esta frase resuene en nosotros, a que esta espera nos entusiasme y nos permita entusiasmar a otros. Vivir con este entusiasmo, con Dios adentro, nos hace ver y vivir cada momento de la vida con un ánimo renovado.
Recordemos lo que escribió San Pablo en el versículo 13 del capítulo 4 de su Carta a los Filipenses:
“Todo lo puedo en Cristo que me conforta”
¿Te animás a parafrasear a Pablo y decir:
“Todo lo puedo en Cristo que me entusiasma?”
Yo sí que me animo. Porque confortar es dar vigor, espíritu y fuerza a alguien y también animar, alentar y consolar a una persona afligida y estar entusiasmado es llevar a ese Cristo que viene, a ese Jesús al que cantamos:
“El mundo espera tu venida, ven Señor”.
El significado de Filipenses 4:13, «Todo lo puedo en Cristo que me conforta». Con esa afirmación Pablo expresó su convicción de que Cristo era más que suficiente para él. Con Cristo en su vida estaba lleno de gozo, preparado y fortalecido para enfrentar todos los retos y dificultades de la vida y también para vivir en Dios las alegrías y los buenos momentos.
Es por esto que cuando este versículo viene a nuestra mente y afirmamos «Todo lo puedo en Cristo que me entusiasma», debemos preguntarnos lo siguiente: ¿Es Cristo suficiente para mí? ¿Vivo una vida llena de gozo porque le tengo a él en mi vida? ¿Confío en que Cristo me entusiasma y me fortalece para hacer frente a los problemas que se me presentan? ¿Sé que Cristo se alegra con mis alegrías, con mis logros, con mi vida de cada día?
Entonces el primer “gran desafío” de este tiempo de Adviento es:
LLEVAR A DIOS DENTRO DE NOSOTROS
y
ENTUSIASMAR A OTRO A VIVIR EL ADVIENTO JUNTOS
Me despido de ustedes con esta canción: «DESPERTEMOS, LLEGA CRISTO»
Nuestra próxima reflexión será:
PEREGRINAR AL PESEBRE DE NUESTRO CORAZÓN
Martín Palacios Añañós
Buenos Aires, Argentina
Escrito durante la Primera Semana del Adviento 2021
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