Vivimos en una sociedad en la que se debaten temas de gran trascendencia como el cambio climático, la contaminación o el cuidado del medio ambiente. La degradación del planeta comienza con la degradación del ser humano, inmerso en una profunda crisis de valores. Todo lo que acontece a nuestro alrededor es consecuencia de las decisiones y las actitudes (en muchos casos erróneas) del ser humano.
Son nuestros actos los que nos definen pero puede que tal vez no seamos lo suficientemente conscientes del verdadero poder de cambiar y de transformar que tenemos. Cada uno de nosotros, sí, empezando por nuestro hogar, nuestra familia y continuando con nuestros amigos y compañeros de trabajo. Sin olvidarnos, cómo no, de quienes más nos necesitan en cualquier momento y ante cualquier circunstancia. Dios nos ha colmado con una serie de cualidades, nos ha otorgado unos dones que no debemos usar de manera individual exclusivamente, sino que, al mismo tiempo, debemos poner al servicio de los demás.
Permitidme que en estas fechas tan entrañables brinde por aquellos que hoy lleváis un Belén en vuestros corazones, un Belén lleno de paz y amor misericordioso. Brindo por todos cuantos disfrutáis haciendo de este mundo, un lugar mejor. Brindo por esa gente luminosa que sonríe a todas horas ofreciendo a los demás lo mejor de sí mismos. Brindo por los que caminan hacia adelante y de frente, sin darle la espalda al mundo, con optimismo e ilusión. Pero también brindo por los que han perdido la esperanza y no encuentran consuelo ni alivio para sus penas. Brindo por los oprimidos, los marginados por la sociedad, los que tienen el corazón herido, los que se encuentran solos y vacíos y los que no tienen a quién aferrarse en sus vidas. Brindo por ellos porque creo en ellos y en una vida mejor para todos con la ayuda de Dios y su poder.

Imagen de Guido Reimann en Pixabay
Las horas van pasando… Atrás quedó esa mágica noche y ese mágico acontecimiento en aquel humilde portal de Belén. El tiempo no se detiene, vuela raudo con destino al futuro en un viaje sin retorno. Se acerca el momento de despedirnos de este año que acaba y de disponernos a saludar a un nuevo año confiando en que lo mejor aún está por llegar. Se acerca el momento de cerrar nuestros ojos y pedir un deseo. Un deseo, el mío, muy, muy especial con el que quisiera despedirme de vosotros, queridos lectores, hasta el próximo año. Me marcho feliz con el recuerdo hecho deseo de aquella vieja y conmovedora canción… ¡que no se acabe el mundo que aún quedamos gente para darle vida!
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