Señor, dejame tocar la orla de tu manto para poder creer que puedo ser curado.
Señor dejame tender mi mano haci ti cuando, ahogado en mi miedo, por la fuerza del viento, dudo de la fidelidad de tu promesa.
Dame redescubrirte en tu presencia. Tu presencia providente que teje con hilos de ternura mis aconteceres de cada día.
Dame verte cuidándome misteriosamente en medio de dificultades, complicaciones y rechazos.
Dame poder estar agradecido porque tu forma de sembrar y hacer crecer el amor muchas veces me asustan, desconciertan e intimidan y me rebelan.
Ayúdame a descubrir la alegría por cada día. Muchas veces, agobiado, siento que terminar con todo es el mejor modo de dejar de padecer y sufrir lo sorprendente de cada día.
Cura mis desalientos y temores profundos.
Limpia mi mirada para poder ver a cada hombre como mi hermano.
Enseñame a vivir la fraternidad con misericordia. No para hacer más fácil el encuentro sino para poder estar con un mirar más veráz y hondo.
Dame el ver la rara complejidad de la vida y la certeza de que camino en la Esperanza. Bajo la luminosidad de tu Resurrección.
Borra en mí la tentación de apegarme y empantanarme en seguridades y regalame elegir siempre vivir y crecer y caminar en la confianza.
Que en tu cruz se puedan disolver todas mis rabias: por lo que hice y por lo que me hicieron o negaron.
Que el calor de tu dolor que latió en el Amor con el Padre y el Espíritu me convenza de que vivir implica el riesgo de aprender de vos a dar. Y que, en ese dolor que amenaza devorarme, està clara y fuerte tu presencia.
Concédeme poner en vos todo lo que ya es tuyo y te pertenece… porque te pertenezco…. sos vos quien vive en mí.
No me permitas guardarlo como mío propio y degradarlo en sueños de pecado: rabia, miedos, complejos, egoísmos, viejas carencias, brutos abusos recibidos.
No quiero sentirme bien ni confortado sino curado.
Curado de la vieja medicina en que, sentirme bien y hacer lo que tengo ganas, parecían el hilo conque se habría tejido la felicidad.
Que no busque la tranquilidad sino tu paz. Para superar mi parálisis y atravesar pantanos, con todos los riesgos, convencido de que así aprendo las trazas de tu plan de vida en otro amor.
Que sea cariñoso y generoso con los que amo y cálidamente respetuoso y estimulante con quienes rechazo o me cuesta recibir o acercarme.
Que desee para mí y para todos lo que vos deseaste para cada uno de nosotros. Sobre todo lo que no elegimos; lo que elegimos confusos y equivocados, o lo que elegimos mal.
Mi Señor dame adentrarme en el latido de tu Corazón. Ya no hay vacío ni distancia. Ahí estas vos: sos un corazón que late.
Dame recogerme como la primera criatura en el seno familiar de dos amores que se hicieron uno. Ahí es donde parece vibrar más fuerte e intenso ese latido tuyo. Líbrame del apego y la dependencia. Déjame caminar en el ritmo de tu libertad.
Déjame tocar la orla de tu manto y tómame de tu mano cuando, incrédulo, tema más a la fuerza del viento.
Comparte este artículo:
0 comentarios